La psicóloga y profesora de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Raquel Carcelén*, analiza en este artículo algunos aspectos específicos de esta enfermedad cuando afecta a los más jóvenes.
La cantidad de casos ha aumentado, como no es de sorprender, tras la pandemia. De una prevalencia entorno al 5% se ha pasado, según un estudio publicado por la Comunidad Valenciana y Cataluña, a que tras el confinamiento un 19,2% de los niños puntuaron por encima del umbral de riesgo, ascendiendo a un 21.7% en los mayores de 12 años.
En cuanto al diagnóstico de la depresión, «lo que marca el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales» es prácticamente lo mismo para niños que para la edad adulta. Deben experimentar al menos cinco síntomas de los siguientes, sostenidos durante 15 días, y entre esos cinco, deben estar uno de los dos primeros de la siguiente lista:
Otra diferencia, señala la psicóloga, puede estar en la forma en la que se manifiesta o expresa el estado de ánimo o la depresión:
«En los niños puede aparecer como irritabilidad, como ‘rabietas’. En el caso de los adolescentes, que ya de por sí están en una etapa de mayor inestabilidad, puede manifestarse en discusiones, más enfrentamientos con los padres. En los más pequeños es también frecuente las manifestaciones psicosomáticas: dolores de barriga o de cabeza, por ejemplo.»
No hay una señal única que defina la depresión en forma inequívoca, por lo que es importante estar atentos a las alteraciones del comportamiento: por supuesto que los jóvenes evolucionan y cambian por su propio proceso de maduración, pero hay que estar atentos a cambios de conducta en cuestión de semanas y que se mantengan en el tiempo.
Más allá de que el diagnóstico y el eventual tratamiento debe ser definido por un profesional, Raquel remarca que no debemos normalizar el estado de ánimo depresivo:
«Es muy importante no minimizar los problemas de niños y adolescentes. Quizá un adolescente está sufriendo por una ruptura en una relación de apenas semanas, y para nosotros como adultos nos parece insignificante porque tenemos problemas mayores; pero lo peor que podemos hacer es invalidar sus emociones y sentimientos y decirle cosas como ‘no dramatices’… no olvidemos que sus problemas pueden parecernos más sencillos, pero sus estrategias de enfrentamiento no son las mismas que las nuestras».
La depresión se puede cronificar, por eso es muy importante identificarla y tratarla a tiempo. El tratamiento de elección en depresiones leves en niños y adolescentes es la psicoterapia, ya que los tratamientos cognitivo-conductuales y terapias interpersonales, han obtenido buenos resultados y se puede comenzar a observar mejorías entre las 8 y las 12 semanas.
«Puede haber un curso crónico de altibajos. Depende mucho de qué tipo de factores entran en juego (biológicos, del entorno, si ocurre un desencadenante) … en todo caso, la persona que ha hecho terapia alguna vez en su vida suele ‘llevarse herramientas’ que puede volver a incorporar ante una eventual recaída».
Según la experta, los tratamientos farmacológicos suelen están recomendados en casos más graves, pero por supuesto previamente estos casos han de ser valorados por expertos en salud mental. En cualquier caso, siempre es recomendable combinar el tratamiento farmacológico con psicoterapia porque se obtienen mejores resultados.
Nuestra experta considera que hoy por hoy hay más visibilización de la depresión: «aunque hay mucho camino por recorrer en cuanto a salud mental, cada vez nos da menos miedo expresar o decir cómo nos sentimos».
A su vez, también reconoce que algunos factores actuales no están favoreciendo el bienestar de nuestros jóvenes: «hay mucho más problema con los trastornos adictivos, no tanto por sustancias tóxicas sino sobre todo con la tecnología. Los niños están siendo víctimas de acoso y viven situaciones de desestructuración familiar con más frecuencia que antes. Estamos viviendo un momento histórico delicado; con la pandemia estamos viendo la punta del iceberg, pero hay mucho más. Eso, sumado a que a nivel social no se están potenciando valores como la solidaridad o la espiritualidad, que protegen contra la depresión. La tendencia al individualismo lleva a que muchos niños principalmente acusen falta de atención y dedicación. Además todos, incluidos los niños y jóvenes llevamos un ritmo de vida estresante, que nos hace mucho más vulnerables a padecer problemas emocionales…»
Conscientes de la existencia de esta enfermedad, en los Colegios CEU trabajamos activamente el desarrollo de la inteligencia emocional y de competencias sociales, contamos con programas de tutorías personalizadas, formamos a nuestros claustros para que puedan detectar signos de alerta dentro y fuera del aula para su derivación a un profesional especializado a través de la comunicación de los padres en tutoría personal y continuamente mantenemos un contacto estrecho con las familias. Todos los que formamos parte de la Comunidad Educativa, tanto expertos como tutores, profesores y personal de administración y servicio, podemos contribuir a que nuestros alumnos superen las dificultades que puedan presentárseles, y que se desarrollen como personas maduras y felices.
* Raquel Carcelén es psicóloga experta en inteligencia emocional, y profesora de Psicología en los grados de Enfermería, Fisioterapia y Publicidad, y en el Máster de Psicología General Sanitaria en la la Universidad CEU Cardenal Herrera
** Fuente de los datos cuantitativos: «Guía de Práctica Clínica sobre la Depresión Mayor en la Infancia y Adolescencia. Actualización.
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