Los padres tenemos en nuestras manos recursos suficientes para vivir la experiencia de educar con tranquilidad, satisfacción y emoción, según explica Gregorio Luri, Doctor en Filosofía y Licenciado en Ciencias de la Educación.
Considerado uno de los mayores referentes de la educación en España, Gregorio Luri se siente más cómodo llamándose «maestro de escuela”, y asegura que ante el futuro incierto que se presenta, los padres están más preocupados que nunca por sus hijos y por ello centran toda su atención en su educación.
Gregorio Luri apela, en esta situación, al “sentido común”. No hay familias perfectas y pretender gestionar la vida de nuestros hijos de forma “pluscuamperfecta”, es someterlos a una exigencia injusta y a un estrés innecesario.
Habla incluso de una “neurosis de los padres jóvenes”, y explica que ese sentido común al que apela consiste básicamente en que tengan confianza en sí mismos. “Es importante que sepan que van a tener ciertos fracasos, y que no es posible controlar todas las cosas humanas”.
Afirma que “nuestros hijos tienen derecho a tener un padres tranquilos e imperfectos”, y defiende de manera sistemática la “imperfección sensata”.
Según Gregorio Luri, los padres tienen que educar sin esperar a tener la respuesta exacta. “Lo importante es no dramatizar esa duda.” “Ser humano es precisamente actuar descubriendo con frecuencia que los resultados de tus acciones no eran los que habías previsto. Nos movemos en la incertidumbre, y esa es la grandeza; eso es ser humano y es lo que te permite la creatividad y la espontaneidad”, explica.
Estamos rodeados de muchísima información, y según Gregorio Luri para que esa información se pueda transformar en conocimiento hay que operar sobre ella, pero para operar sobre ella se necesitan dos cosas, capacidad atencional e insistencia.
Por eso asegura que la atención es el nuevo cociente intelectual. “La capacidad de una persona para moverse de manera inteligente en la sociedad de la información, va a depender de su capacidad atencional”.
Insiste en que no somos conscientes de la importancia de educar la atención. “Todos los seres humanos nacemos con una atención débil. Nos distraemos con rapidez, pero es algo que se entrena. A los hijos se les puede, y se les debe, enseñar a mantener la atención”, explica, y se puede educar con la música, las matemáticas, la oración o la lectura lenta por ejemplo.
Sabemos que todos nos distraemos pero, una persona atenta, es aquella que se da cuenta de que se ha distraído y vuelve a su objetivo de atención. “Sin atención no hay sentido común, y el sentido común es la solución para la educación”.
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