Juegos tradicionales para los niños que nunca pasan de moda
Antes era habitual ver a los niños jugando en la calle o en el parque durante horas y horas pero, a medida que pasan los años, estás prácticas son menos frecuentes. Los más pequeños han nacido en un mundo tecnológico y digital en el que tanto las actividades al aire libre como la forma de relacionarse han evolucionado, transformando su tiempo de ocio en un entretenimiento más estático.
Por eso, podemos motivarles a realizar actividades con las que trabajen su psicomotricidad. Y con los juegos tradicionales, además de realizar ejercicio, se divierten. Sin olvidar que estos juegos llevan toda la vida con nosotros y cuentan parte de nuestra historia:
Las cuatro esquinas
Un jugador ocupará cada esquina del cuadrado y el quinto se pone en el centro. El objetivo del juego es cambiar de esquina tras contar hasta tres sin que el jugador central consiga hacerse con el lugar antes que uno de ellos. Quien pierda, pasará a ocupar el centro y deberán repetir la misma dinámica.
El escondite
Posiblemente uno de los juegos clásicos infantiles tradicionales más conocidos y sencillos de realizar. Básicamente, se trata de esconderse y que no te pillen. Un jugador ‘la liga’ y se coloca de cara a una pared contando hasta 10 mientras el resto se esconde. Acabada la cuenta, se lanza a buscar al resto sin descuidar la zona en la que ha realizado la cuenta. Gana el que la liga si consigue pillar a todos, y el resto gana cuando uno de ellos logra acercarse al punto de encuentro y decir la clásica frase ‘por mí y por todos mis compañeros’.
El pañuelo
Un juego muy rápido y fácil de hacer: formamos dos equipos, uno frente al otro, y una persona ajena a ellos se sitúa en el centro de ambos y sostiene el pañuelo con la mano. A cada integrante del grupo se le asigna un número previamente, y la persona del centro es la que se encarga de decir en voz alta un número al azar. En es momento, los jugadores con el número anunciado, tienen que coger el pañuelo y regresar a tu sitio sin que el contrincante les toque.
Balón prisionero
Este es un juego muy dinámico: la zona de juego está formada por un rectángulo donde se colocan los dos equipos participantes. Entonces, se sueltan varias pelotas a lo largo de la zona, que los jugadores deben utilizar para lanzar y golpear a los jugadores rivales: si te golpean, quedas eliminado y ya no puedes jugar. Pero si al lanzar la pelota, el rival la captura en el aire, el lanzador queda eliminado.
La zapatilla por detrás
Los jugadores se sientan en un círculo y esperan cantando la canción ‘A la zapatilla por detrás, tris tras, ni la ves, ni la verás…’ mientras el que la paga da vueltas con la zapatilla en la mano esperando a que terminen de cantar y cierren los ojos. En ese momento, colocará la zapatilla en la espalda de uno de sus rivales, quien tendrá que correr tras él e intentar pillarle antes de que se siente en su lugar.
El teléfono escacharrado
Los niños se colocaran en fila y se transmitirán al oído un mensaje de un extremo al otro. Cuantos más participen más divertido será porque tendrán lugar más confusiones al formar frases distintas a la que se dijo inicialmente.
Polis y cacos
Se forman dos equipos: la policía, tendrá que capturar al equipo rival, formado por los cacos. Estos últimos se esconden donde pueden y, tras contar hasta 100, los polis inician su busca y captura. Cada vez que pillen a un ladrón, este tendrá que quedarse en la cárcel, una zona delimitada anteriormente, pero podrá ser salvado si uno de sus compañeros le choca la mano. Si los policías consiguen arrestar a todos los ladrones, ganarán el juego.
Comba
Es un juego muy popular y accesible porque sólo requiere de una comba y hay múltiples posibilidades y variantes de juego.
Palmas
Al igual que la comba es uno de los juegos más conocidos y con mayor variedad de formatos. Se puede practicar en cualquier lugar y ofrece muchas variaciones, consiste en chocar las palmas de las manos de diversas maneras al ritmo de una canción.
Rayuela
Este juego clásico infantil resulta uno de los más completos en el aspecto de coordinación psicomotriz porque aúna actividad física, equilibrio y precisión. Primero, hay que dibujar en el suelo una tablero alargado formado por cuadrados, y cada uno de esos cuadrados tiene dibujado dentro su número correspondiente. Entonces, el jugador debe lanzar un objeto de manera que caiga en uno de los cuadrados y recorrer a la pata coja todo el tablero sin pisar el cuadro en el que ha caído el objeto que debe ser recogido, sin dejar de mantenerse a la pata coja, durante el trayecto de regreso al punto de partida.
La silla
No hay límite de jugadores, tan solo hay que utilizar una silla menos que el número de participantes. Para empezar, se reproduce una canción y cuando la persona que dirige el juego la pare, todos los jugadores deben intentar sentarse. El que no lo logre, queda eliminado. Después, se quita otra silla y se vuelve a jugar, y así continuamente hasta que alguien se sienta en la última silla y se proclama ganador.
Gallinita ciega
El jugador que ‘la liga’ llevará los ojos vendados y, tras cantar el clásico ‘Gallinita ciega, ¿qué se te ha perdido?…’, avanzará con los ojos vendados intentando encontrar al resto de participantes y adivinar quién es cada uno con solo tocarles las manos y la cabeza.
Escondite inglés
Este juego tiene una dinámica propia y no es una versión del escondite clásico. Uno de los participantes se coloca en una pared y el resto se alejan en línea recta. El objetivo de los otros jugadores es llegar a la pared pero sólo pueden moverse mientras el que la liga dice: ‘1, 2, 3, al escondite inglés sin mover las manos ni los pies’. Terminada la frase e gira y si ve a alguien moverse le hará volver al principio. Gana el que primero toque la pared.
Esto son algunos de los juegos tradicionales que marcaron nuestra infancia y que podemos transmitir a nuestros hijos para que se diviertan a la vez que hacen ejercicio, aprenden a socializar, mejoran su equilibrio o trabajan en equipo.