Hábitos de sueño saludables: cómo implantarlos desde la infancia
Dormir bien es vital para niños y mayores. Tener una buena higiene de sueño nos ayuda a descansar correctamente, porque no solo importa hacerlo las horas suficientes; igual de importante es dormir las horas necesarias como que el descanso sea de calidad.
La necesidad de descanso nocturno varía según la edad de los niños. Desde los 3 años necesitan entre 10 y 13 horas diarias. A medida que llegan a la adolescencia, oscilarán entre 8 y 10. Establecer unos horarios de sueño desde los primeros años es clave para su salud pero, sobre todo cuando son más pequeños, puede ser un motivo de tensión en casa. Todos sabemos que, si bien los niños necesitan dormir más que los adultos, a menudo les cuesta irse a la cama.
Pautas para implantar unos buenos hábitos de sueño desde los primeros años
Dormir bien debe ser una prioridad para toda la familia, porque el sueño afecta al estado general y a la salud de los más pequeños. Como siempre, los mayores debemos ser su mejor ejemplo. Tenemos que mostrarles que unos hábitos ordenados son parte imprescindible de una vida saludable, igual que cuidar la alimentación y hacer deporte. Pero, además es buena idea:
- Diseñar una rutina y mantenerla. Es decir, un horario estable para levantarse, comer, hacer los deberes y jugar ayudará a los más pequeños a sentirse seguros y, además, a dormirse con más facilidad. Rutinas como el lavado de dientes o la lectura pueden formar parte de esa preparación nocturna al sueño.
- Tener una actividad variada a lo largo del día. Más allá del Colegio, las actividades físicas o de aire libre, el juego, estar con sus amigos, las extraescolares… Mantenerles activos es clave para que gasten su energía y lleguen a la hora de dormir con ganas.
- Supervisar el uso de pantallas y reducir el tiempo frente a ellas. A últimas horas del día es recomendable que vayan dejando poco a poco de ver la tele o de usar tablets, ordenadores, etc. Así, una hora antes de dormir, eliminaremos por completo el uso de dispositivos.
- Crear un entorno de sueño confortable. Una cama libre de objetos (juguetes, ropa), luces bajas, una temperatura agradable, su muñeco o mantita favorita… El cuarto en el que descansan los pequeños y más mayores debe ser un lugar cálido, cómodo, ordenado y en el que se sientan seguros.
- Darles tiempo para relajarse al final del día. No conviene llenar sus tardes de tareas y actividades. Hay que evitar que lleguen a la hora de dormir especialmente activados, por lo que debemos dejar que se tomen su tiempo para relajarse, igual que hacemos los mayores.
Durante el día podemos observar cómo es la atención de los niños, una señal clave de si su sueño es el adecuado. No podemos perder de vista que un buen descanso es clave para su desempeño escolar y también para su desarrollo equilibrado.